No recuerdo haber estado así nunca, tan nervioso, con tantas mariposas en el estómago. Desde luego que con E, con R y por supuesto, con M, lo estuve, y mucho. Pero no como ahora, que no dejo de pensar en ella en todo el santo día, con un batallón de mariposas intentando romperme la tripa. Lo de ahora está sobrepasando todas mis espectativas, pero no quisiera que se acabara nunca, que lo que siento ahora mismo no se rompa porque simplemente no nos conocemos lo mínimo como para ver más allá de la cara, los gestos y lo que nos hayamos podido contar en estos tres ratitos. Ahora voy a verla otra vez, un mini ratito de despedida, según paso por su casa de vuelta a la mía, antes de irme de camping con los amigos (cachis, porque ya lo tenía planificado desde hace semanas, que si no lo mandaba a tomar por saco en un santiamén), y mientras, no consigo concentrarme en absolutamente nada del trabajo, así que he optado por no hacer nada más hasta que salga. Creo que este finde se me va a hacer muuu