Ayer estuve comiendo en un restaurante ruso con los amigos, y por la tarde, después de tomarnos unas cervecitas y como estábamos cerca de la casa de Y, nos acercamos allí para tomarnos "la última". Era la segunda vez que iba a su casa. La primera fue allá por mayo, poco después de mudarse, que hizo una fiestecilla de inauguración. Desde entonces, aunque el piso es bastante pequeño, le había comprado algunas cosillas de adorno: unos marcos para fotos, velas, lucecitas y un belén de navidad, una lámpara... Cosas que hacen de una casa un hogar. Mi casa, sin embargo, sigue igual que desde hace un año, cuando hice una fiesta de halloween. Sin cortinas, sin lámparas, sin una sola foto de nadie, sin cuadros. Mi casa es la más impersonal de las casas, un simple receptáculo para dormir cuando llego a casa por la noche, un desorden eterno sin la más mínima calidez hogareña. Y así lleva desde que me mudé a ella. No soy capaz de trasmitirle eso que hace que se pueda llamar hogar. Ho