Hogar, ¿dulce hogar?

Ayer estuve comiendo en un restaurante ruso con los amigos, y por la tarde, después de tomarnos unas cervecitas y como estábamos cerca de la casa de Y, nos acercamos allí para tomarnos "la última". Era la segunda vez que iba a su casa. La primera fue allá por mayo, poco después de mudarse, que hizo una fiestecilla de inauguración. Desde entonces, aunque el piso es bastante pequeño, le había comprado algunas cosillas de adorno: unos marcos para fotos, velas, lucecitas y un belén de navidad, una lámpara... Cosas que hacen de una casa un hogar.

Mi casa, sin embargo, sigue igual que desde hace un año, cuando hice una fiesta de halloween. Sin cortinas, sin lámparas, sin una sola foto de nadie, sin cuadros. Mi casa es la más impersonal de las casas, un simple receptáculo para dormir cuando llego a casa por la noche, un desorden eterno sin la más mínima calidez hogareña. Y así lleva desde que me mudé a ella. No soy capaz de trasmitirle eso que hace que se pueda llamar hogar.

Hoy, hablando con mi madre, me ha recordado que dentro de poco es el cumpleaños de mi sobrino y ahijado, y que debería regalarle algo. Y con mis sobrinos me pasa casi lo mismo que con mi casa. Soy incapaz de trasmitirles calidez humana.

Siempre he sido así, y a veces me imagino a mí mismo dentro de 30 años, sólo en una casa que no se puede llamar hogar, como esos viejos huraños que salen en las películas que asustan a los críos que se atreven a pisar su jardín. Y el problema es que no me asusta la imagen, sino que he llegado a aceptarla como algo inevitable. Únicamente en los pequeños intervalos de mi vida cuando he estado saliendo con M ó E he podido vislumbrar una imagen diferente.

Lo sé, otro post triste y paranóico, pero qué se le va a hacer, para eso empecé este blog, ¿no? Para escupir en él mis paranoias.

Comentarios

  1. Si sirve de consuelo, muchas mujeres tememos morirnos solas, viejas y rodeadas de gatos. :S

    Saludos!

    ResponderEliminar
  2. Bueno, mientras haya una mujer sola con sus gatos en el jardín de al lado de la casa de este viejo gruñon, igual no es tan grave.

    ResponderEliminar
  3. Todo puede mejorar siempre si se quiere. Pdrías empezar cambiando la palabra "escupir" por esculpir... Esculpe en tu blog, en tus sobrinos, en tu casa para que sea más cálida y afín a tu forma de ser... No sé, creo que es desidia por tu parte. Yo estoy como loca por tener mi propia casa y poder colocar en ella todo lo que me gusta. Ahora mi habitación (la comparto) me resulta cargada de todo y de nada, porque no es personal, no habla totalmente de mi. Tiene mis cosas, sí, pero está todo... cómo lo digo... superpuesto, encajado. Y a mi me gustaría que todo tuviera su lugar...

    Un beso.

    ResponderEliminar
  4. Bueno Kamala, ¿qué te voy a decir?. Me salió esa palabra en el momento de escribir el post porque era lo que sentía, y no voy a empezar ahora a cambiar los posts antiguos a estas alturas. Lo escrito, escrito está.

    Pero no te creas que es desidia. Bueno, un poco de eso sí que hay, y más últimamente, pero de todas formas yo siempre he sido así. Mi habitación nunca ha tenido banderas, ni posters, ni ninguna decoración mía. Mi mesa de trabajo no tiene jarras promocionales, ni calendarios de Garfield, ni plantitas, ni recuerdos de ningún sitio: sólo el portátil, una botella de agua de plástico y algunos folios con cosas impresas. Mi coche no tiene adornos, ni pegatinas, ni dados colgando del retrovisor: como mucho un ambientador. Así que mi casa sigue el mismo estilo: una cama para dormir, un sofá para ver la tele (cuando funcionaba), y una mesa y sillas donde comer.

    Así soy yo, muy práctico y nada estético. Si una cosa no tiene utilidad, es problable que ni siquiera lo tenga: la decoración por simple decoración no entra dentro mis necesidades. Quizás esa sea mi marca, lo que habla de mí, mi forma de ser: la impersonalidad.

    ResponderEliminar
  5. De todas formas siempre se ven mejor las cosas desde fuera de nuestros zapatos. Quiero decir... quizá veas fotos de tu salón dentro de veinte años y pienses ah pues... la verdad es que no estaba tan mal.... Ya sabes, como esas veces que miras fotos antiguas, de cuando estabas acomplejado por tus orejas y te sorprendes descubriendo que en realidad, tenías mucho mejor aspecto que ahora.

    Mh... actualicé el Firefox. Grazie tante.

    ResponderEliminar
  6. Puede ser, pero ¿a quien le importa lo que piense dentro de veinte años cuando mire las fotos de mi salón?. Me parecerá hortera y anticuado, igual que cuando ahora veo las fotos de hace 20 años de la casa de mis padres. Me importa más lo que pienso ahora de él.

    Respecto a mis orejas, mmm... nunca me he sentido acomplejado por ellas. ¿Quizás te apetezca contar algún trauma personal ;-)?

    Genial por el FF, así vas más protegido por la vida.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

La nostalgia del papel

Sueños y olor a orégano