Falange, falangina, falangeta

Hoy es fiesta en Madrid (la Almudena), pero yo estoy en el trabajo (que no trabajando) debido a un intercambio de festivos: este viernes por el viernes pasado. Como en realidad, a pesar de un estar en mitad de un pase a producción, no tengo prácticamente nada que hacer, pues me he dicho, ¿por qué no escribo alguna de las ideas que se me ocurren de vez en cuando, pero que nunca escribo?. El problema es que, una vez frente a la pantalla, no se me ocurre qué escribir, y las ideas que en su momento me parecían inteligentes, ahora con perspectiva no me lo parecen tanto. Pero en fin, ahí va alguna, a ver si consigo arrancar esto de nuevo.

Cuando era pequeño, estudiaba en un colegio privado que había muy cerca de mi casa. La verdad es que no sé si iba a un colegio privado por el hecho de ser privado o simplemente porque era el más cercano a mi casa, y cuando se es pequeño y mi madre tenía que estar en el trabajo en la otra punta de Córdoba al mismo tiempo que yo (era maestra), el que yo pueda ir solo al colegio es una razón de peso.

El caso es que cuando llegué a la segunda etapa los profesores eran, lo que podríamos llamar, bastante liberales. Se tomaban bastantes libertades a la hora de decidir qué enseñar. Por ejemplo, me acuerdo que mi hermano, varios años mayor que yo y que estudió en otro colegio, recitaba los huesos del cuerpo humano para la clase de ciencias para aprendérselos:

-Húmero, cúbito, radio...

-Falange, falangina, falangeta...

Todos esos nombres me llamaban mucho la atención cuando era pequeñito, y deseaba llegar ya al curso donde me dijeran que significaban. Pero no, no hubo tal curso. Los profesores de ciencias, cuando llegó séptimo, donde se supone que me tenían que enseñar el cuerpo humano (huesos, músculos, sistema nervioso, sistema digestivo, etc, etc), en su lugar nos mandaron hacer un estudio del parque en el que estaba el colegio. Estuvimos todo el curso catalogando árboles y hojas, animales e insectos, parcela tras parcela.

Cuando llegaba a casa, y mi madre veía que no tenía deberes día tras día, y que lo único que hacía era mirar los pajarillos del parque... pues claro, se mosqueaba. Hasta que un día se hartó, y me cambió de colegio. En mitad de curso, me llevó a su colegio, uno público, donde evidentemente noté el cambio en el tema académico: casi todos estaban bastante más avanzados que yo en la mayoría de asignaturas.

Durante más de 20 años he pensado lo mal que lo hicieron en el privado y lo que aprendí en el público, hasta que hace un par de semanas leí el libro "La Tierra y sus demonios", de Carl Sagan. En éste, Sagan hace apología de la ciencia en el mundo actual, y nos muestra que no saber ni siquiera los rudimentos del ella provoca una sociedad mucho más crédula, más propensa a repetir errores, y menos competitiva. Sagan propone el pensamiento escéptico y el método científico para evitar todos esos problemas, y lo propone desde la más tierna infancia. Es necesario enseñárselo a los niños para que puedan pensar por sí mismos y decidir más adelante si las paparruchas que les cuentan de mayores (háblese tanto de curanderos u OVNIs como de anuncios de televisión o políticas económicas/sociales), son ciertas y factibles o no.

Así que, tras leer el libro, me he preguntado: ¿realmente lo hicieron tan mal en el privado no enseñándome el "falange, falangina, falangeta"?. ¿Hicieron tan mal haciéndome investigar por mi cuenta la naturaleza? Quizás, al fin y al cabo, les tenga que estar agradecidos por mi forma de pensar (altamente) escéptica.

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