La promoción del 95

En 2005 hacen 10 años que salió mi promoción de la universidad. Esta promoción fue un poco especial, ya que coincidió con el cambio de plan de estudios y de nomenclatura del título, pasando de ser una licenciatura a ser una ingeniería. Por tanto, nosotros fuimos la primera promoción de ingenieros en informática que salió de nuestra universidad.Con la perspectiva que dan los años y el trabajo, ahora me doy cuenta de que este cambio no me ha servido absolutamente para nada en mi vida laboral, puesto que en un currículum nadie se fija si eres un licenciado o un ingeniero, ni si has tenido más o menos créditos durante tu carrera. De hecho, excepto algunas grandes compañías tipo Telefónica, ni siquiera te piden calificaciones académicas. Lo mismo da que hayas aprobado por los pelos la carrera o que hayas sacado matrícula cum laude. Lo importante es la entrevista y las referencias personales, es decir quién te conoce y quién te recomienda. Eso sí, en la universidad me redujeron el número de créditos necesarios, por lo que el último curso fue un paseo.

Pues volviendo a la primera promoción de ingenieros de Málaga, en su momento le dimos mucha importancia, montamos cenas e incluso buscamos al director del diario Sur para que apadrinara a la promoción. Nos hicimos la orla de rigor con el título de "1ª promoción de Ingenieros", todos muy guapos con la banda esta que nos ponían sobre los hombros, y nos lanzamos al mundo laboral. Algunos se quedaron en la universidad de profesores, otros se quedaron allí o volvieron a sus pueblos donde pillaron algún que otro trabajo decente, y muchos otros nos vinimos a Madrid a buscar trabajo (bueno, yo hice una mezcla de los dos últimos casos). A los pocos años, como suele suceder en estos casos, tan sólo estaban en contacto algunos de los grupúsculos que se formaban en clase, como por ejemplo J, MA y yo. De mis setenta y tantos compañeros de clase que empezamos en el 90, yo tan sólo seguía en contacto con 3 de ellos.

Ya el año pasado empezó a rondarme por la cabeza volver a verlos algún día, tal y como hacen muy a menudo los americanos, con reencuentros a los 10 o 20 años de sus promociones (claro que en el caso americano suele ser a los 10 años de la promoción del instituto, pero bueno), pero, evidentemente, sin tanta americanada: nada de pancartas, ponches ni bolas de espejos en el gimnasio del instituto. Una buena pizzería serviría igual o mejor. Así que ayer me decidí y empecé una cadena de recolección de mails. Empecé con las 3 personas con las que mantenía el contacto, junto con otras 2 que encontré en la web de la universidad por ser profesores. Éstas me dieron más contactos, que a su vez me dieron algunos más. Por ahora, un día después de empezar a moverme, vamos por 16 personas. Sin embargo, sigo sin localizar a un par de muy buenos amigos, compañeros de estudios y de copas, a los que perdí el contacto hace bastante.

No sé si al final llegaremos a montar la cena, ni cuánta gente podrá ir, ya que estamos muy dispersos, muchos de ellos casados y con hijos. Pero al menos volveré a saber de algunos de ellos (como por ejemplo F, que parece que incluso ha escrito un libro de japonés. Muy típico de él), y a las malas, este verano nos juntaremos algunos más en esa peaaaaasssssso feria de Málaga.

Lo que realmente me ha asombrado es que haya sido yo el que ha iniciado el proceso. Si alguien me hubiera dicho hace 10 años que iba a ser yo el que iba a montar todo esto, todavía estaría riéndome a carcajadas. De un tiempo a esta parte, parece ser que me he convertido en el que organiza algunos de los eventos de mi grupo de amistades, como la próxima escapada a las Alpujarras en el puente de mayo o la mini escapada al valle del Jerte, a ver los cerezos en flor. Sinceramente, me gusta mucho este cambio.

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