Te concedo tres deseos

Probablemente es la frase más soñada por cualquier chiquillo, y puede que no tan chiquillo. Yo recuerdo haber fantaseado con ella desde siempre, hasta donde me alcanza la memoria. Claro que los resultados de las fantasías varían bastante con la edad.

Al principio, la verdad es que no me acuerdo, pero supongo que fantasearía con crear dragones, espadas, coches o vete tú a saber.

Un poco más mayor, ya empezaba a fantasear con poder parar el tiempo. Da mucho juego ese deseo, tanto que se convirtió en deseo recurrente a lo largo de los años. Te permite multitud de cosas, desde poder dormir más (o quedarte más tarde por la noche), copiar en los exámenes o mirarle por debajo de la falda a las chicas :-D. De mayor, te permite salir por las noches sin preocuparte por tener sueño por la mañana, o no llegar tarde a una cita o una reunión. La verdad es que el tema del tiempo, en todas sus facetas, es algo que siempre me ha llamado la atención: parar, acelerar o frenar, avanzar o retroceder... cualquier película, libro o historia que altere el tiempo en cualquier forma me gusta.

Sin embargo, el tema de los deseos es algo muy peligroso. Como se suele decir: ten cuidado con lo que deseas, porque se puede hacer realidad. Sólo hay que ver la cantidad de películas (la mayoría para chavales, con moralina incluida) que tratan sobre los problemas que trae poder cumplir deseos. Así que, a causa de estas pelis, ya desde pequeño me inventé un protocolo para el caso en que me encontrara una lámpara maravillosa o un genio en el desván de mi abuela :-D. Lo primero es desear que no se cumpla ningún deseo durante 24 horas, y luego escribir en un papel todas las reglas de seguridad habidas y por haber: que sólo se cumplan los deseos que se desean expresamente, que el resultado de los deseos sea precisamente el deseado, que no me ocurra nada malo ni desagradable ni a mí ni a los mios, ... Y pasadas las 24 horas, hacer que se cumplan los deseos escritos en esa hoja de papel.

Desde hace muchos años, sin embargo, tan sólo me viene a la mente un único deseo. Cuando me voy a dormir, al meterme en la cama casi todas las noches, quizás por echarlo en falta, quizás por costumbre, siempre me viene a la mente la misma pregunta: ¿qué deseas?. Y tan sólo hay una respuesta a esa pregunta: alguien con quien dormirme abrazado esta noche.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Dios, la iglesia y yo

Una estrella fugaz

¿Sí, o que?