¿Pero qué se cree esta gente?
Hoy, contrariamente a mis ancestrales costumbres, me he levantado temprano un sábado para acercarme a comprar el periódico. No suelo comprar nunca prensa escrita, ya que suelo leer varias ediciones digitales, y tragarme casi todos los telediarios por la noche. Pero hoy regalaban el Quijote con El País, y como llevaba un tiempo queriéndo comprármelo, pues nada, así ya lo tengo. No es que sea una maravillosa edición, ya que es bastante cutre, de papel basto, sin prólogo, anotaciones ni nada por el estilo. Pero son dos volúmenes, y para llevarlo en el metro y no estropear un libro más bonito viene que ni pintado.
El caso es que leyendo el periódico he leido un comentario que hizo ayer el cardenal colombiano Alfonso López Trujillo, presidente del Pontificio Consejo para la Familia. Este señor, en nombre del Vaticano, y aludiendo a la ley española para el matrimonio entre homosexuales, pide a los funcionarios que hagan objeción de conciencia y no casen a los gays, "incluso aunque conlleve la pérdida del empleo", por ser una ley que "persigue la destrucción de la familia".
Llevaba ya bastante tiempo resistiéndome a publicar ningún post sobre la muerte del Papa, la elección del nuevo y sus temas eclesiásticos derivados. Pensaba, iluso de mí, que al ser agnóstico convencido, poco podía interesarme que eligieran a uno u otro Papa, de igual forma que poco o nada me interesa si eligen como presidente del Congo a una u otra persona (¿en el Congo hay democracia? Reconozco mi completa ignorancia al respecto).
Pero estaba completamente equivocado. Cuando se elige un nuevo dirigente de una congregación de personas espantosamente numerosa, como es la sociedad católica, apostólica y romana, me afecta. De la misma forma que me afecta que elijan a uno u otro presidente de los EEUU o me afectará cuando finalmente haya un presidente democrático en china, puesto que afectan tanto a sus paises respectivos como al resto del mundo Así que sí, me afecta la elección del nuevo Papa.
Que el Vaticano haya criticado la citada ley de matrimonios gays no es una novedad. Es más, se esperaba la crítica, algo que precisamente no dice mucho a favor de la Iglesia. Pero lo que me ha sorprendido es casi la obligatoriedad de cumplir esa objeción de conciencia a "[...]todas las profesiones que de algún modo puedan estar relacionadas con la aplicación de la ley[...]": "Todos los católicos deben estar dispuestos a pagar el precio más alto, incluso la pérdida del empleo". Y todo esto por la destrucción de la familia.
Y yo me pregunto, si un matrimonio gay destruye la familia, ¿qué se puede decir de una guerra?. ¿Cuántas miles de familias se destruyen en una guerra? ¿Por qué no obliga el Vaticano a todos los católicos que formen parte del aparato militar que practiquen la objeción de conciencia cada vez que se envien tropas a una guerra?
¿Cuántas familias hay destruidas por el alcohol? ¿Por qué no obliga el Vaticano a todos los católicos del sector de la hostelería a practicar la objeción de conciencia cada vez que un alcóholico le pida un cubata?. Quizás así tendríamos menos mujeres maltratadas cuando el marido llega a casa borracho.
¿Cuantas familias se han destruido por los juegos de azar? ¿Por qué no obliga el vaticano a practicar la objeción de conciencia a católicos trabajadores de los bingos, salas recreativas y fabricantes de máquinas tragaperras? Puede que así se evitara que un ama de casa ludópata se deje el dinero de la compra del mes en la maquinita de turno.
¿Cuantas familias se han destruido por causas mucho más frecuentes que un matrimonio entre homosexuales y el Vaticano ni siquiera se pronuncia al respecto? Y lo que es más importante, ¿Qué cojones puede opinar sobre la familia un grupo de personas que nunca han tenido una ni la podrán tener en la vida? Lo malo es que no se dan cuenta de que no tienen ningún derecho moral a ordenar nada al respecto.
Bueno, y aún queda el comentario respecto a los homosexuales: “son personas que merecen todo nuestro amor, nuestro apoyo y nuestra ayuda”. Vamos, que poco les falta para decir "y les querremos igual a pesar de sus deficiencias", como quien habla de un hijo mongólico.
El caso es que leyendo el periódico he leido un comentario que hizo ayer el cardenal colombiano Alfonso López Trujillo, presidente del Pontificio Consejo para la Familia. Este señor, en nombre del Vaticano, y aludiendo a la ley española para el matrimonio entre homosexuales, pide a los funcionarios que hagan objeción de conciencia y no casen a los gays, "incluso aunque conlleve la pérdida del empleo", por ser una ley que "persigue la destrucción de la familia".
Llevaba ya bastante tiempo resistiéndome a publicar ningún post sobre la muerte del Papa, la elección del nuevo y sus temas eclesiásticos derivados. Pensaba, iluso de mí, que al ser agnóstico convencido, poco podía interesarme que eligieran a uno u otro Papa, de igual forma que poco o nada me interesa si eligen como presidente del Congo a una u otra persona (¿en el Congo hay democracia? Reconozco mi completa ignorancia al respecto).
Pero estaba completamente equivocado. Cuando se elige un nuevo dirigente de una congregación de personas espantosamente numerosa, como es la sociedad católica, apostólica y romana, me afecta. De la misma forma que me afecta que elijan a uno u otro presidente de los EEUU o me afectará cuando finalmente haya un presidente democrático en china, puesto que afectan tanto a sus paises respectivos como al resto del mundo Así que sí, me afecta la elección del nuevo Papa.
Que el Vaticano haya criticado la citada ley de matrimonios gays no es una novedad. Es más, se esperaba la crítica, algo que precisamente no dice mucho a favor de la Iglesia. Pero lo que me ha sorprendido es casi la obligatoriedad de cumplir esa objeción de conciencia a "[...]todas las profesiones que de algún modo puedan estar relacionadas con la aplicación de la ley[...]": "Todos los católicos deben estar dispuestos a pagar el precio más alto, incluso la pérdida del empleo". Y todo esto por la destrucción de la familia.
Y yo me pregunto, si un matrimonio gay destruye la familia, ¿qué se puede decir de una guerra?. ¿Cuántas miles de familias se destruyen en una guerra? ¿Por qué no obliga el Vaticano a todos los católicos que formen parte del aparato militar que practiquen la objeción de conciencia cada vez que se envien tropas a una guerra?
¿Cuántas familias hay destruidas por el alcohol? ¿Por qué no obliga el Vaticano a todos los católicos del sector de la hostelería a practicar la objeción de conciencia cada vez que un alcóholico le pida un cubata?. Quizás así tendríamos menos mujeres maltratadas cuando el marido llega a casa borracho.
¿Cuantas familias se han destruido por los juegos de azar? ¿Por qué no obliga el vaticano a practicar la objeción de conciencia a católicos trabajadores de los bingos, salas recreativas y fabricantes de máquinas tragaperras? Puede que así se evitara que un ama de casa ludópata se deje el dinero de la compra del mes en la maquinita de turno.
¿Cuantas familias se han destruido por causas mucho más frecuentes que un matrimonio entre homosexuales y el Vaticano ni siquiera se pronuncia al respecto? Y lo que es más importante, ¿Qué cojones puede opinar sobre la familia un grupo de personas que nunca han tenido una ni la podrán tener en la vida? Lo malo es que no se dan cuenta de que no tienen ningún derecho moral a ordenar nada al respecto.
Bueno, y aún queda el comentario respecto a los homosexuales: “son personas que merecen todo nuestro amor, nuestro apoyo y nuestra ayuda”. Vamos, que poco les falta para decir "y les querremos igual a pesar de sus deficiencias", como quien habla de un hijo mongólico.
No es malo que la iglesia sea combativa, de hecho es lo que debería ser, la iglesia tendría que intentar cambiar este mundo tan lleno de injusticias. Lo malo es que ha escogido un mal objetivo, podía haber empezado con llamamientos a los militares católicos que participan en guerras injustas a que se nieguen, a los políticos católicos a que no participen en actos inmorales y se limiten a representar al ciudadano sin beneficiarse por ello denunciando cualquier conocimiento que tuvieren de algo no ajustado a derecho, a los empresarios católicos a que paguen legalmente sus impuestos y no participen en negocios no justos. En fin desgraciadamente hay demasiados ejemplos, a pesar de todos ello la iglesia lo que quiere cambiar del mundo es el matrimonio entre homosexuales.
ResponderEliminara eso se le llama RACISMO en mayuscula....si Cristo levantara la cabeza....
ResponderEliminarEscribes bien, piensas bien. Tienes razón, pero me parece que mezclas. La objeciónn de conciencia está reconocida en mucho ordenamientos civiles, al servicio militar, la mayor parte de los militares son profesionales y ante un informe que condenaba a los ejércitos de la Conferencia episcopal Francesa, una comisión militar francesa les hizo ver que un mundo sin ejército es peor. El Papa Juan Pablo II, condenó todas las guerras. El acceso al matrimonio de homosexuales no parece una buena solución, el matrimonio es heterosexual, no por católico, sino por naturaleza. Puede haber soluciones justas y dignas para la vida privada y sexual de las personas por vía de derecho de asociación, no por vía de derecho de familia. En cuanto a su Cristo levantara la cabeza, no sé que pasaría. Jesús perdona siempre, pero es la Verdad y el evangelio dice que dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne. La guerra es un problema moral más complicado seguro, pero no quita para que el católico, o el agnóstico, o judío objeten por motivos de libertad religiosa o ideológica a una ley injusta.Si buscas la verdad, como creo que lo haces, no tardarás en encontrar a Cristo, pues él es la verdad. Abrazo.
ResponderEliminarNo quiero entrar en polémicas Dios si, Dios no. Yo tengo muy claro mi agnosticismo, son 33 años de maduración, y dudo muchísimo que nadie vaya a convencerme de lo contrario. Creo que solo Él podría hacerlo, pero parece ser que no le gusta demasiado ir haciendo alardes por el mundo...
ResponderEliminarRespecto al matrimonio entre homosexuales, nadie está pidiendo a la Iglesia que lo apruebe. La realidad social en la actualidad es que estamos en una sociedad cada vez menos practicante, por decirlo suavemente. Hay nuevas costumbres, nuevas ideas, nuevos pensamientos, y lo único que se le pide al gobierno es que regule esas nuevas ideas. Que se hable de "matrimonio" homosexual es el paso lógico cuando se habla de la unión "legal" de dos personas. Si quieres, llámalo de otra forma. Llámalo "unión civil", o "contrato de convivencia entre dos personas con respecto al estado". CON RESPECTO AL ESTADO.
¿Por qué tiene que inmiscuirse la Iglesia en una ley de un estado con respecto a sus ciudadanos? Y como decía en el post, ¿por qué no se inmiscuye en otros aspectos muchísimo más importantes?
Me importa un bledo lo que dijo Jesus en la Biblia hace 2000 años, y más cuando se decía de una forma que gente con una cultura mínima pudiera entender. Me importa lo que dice la sociedad hoy en día, mucho más civilizada. Y lo que pide la sociedad, es la igualdad y la posibilidad de tener los mismos derechos (y mismas obligaciones) con respecto a la ley.
Y tal y como dices, si Jesus levantara la cabeza, creo que se volvería a morir al ver la cantidad de despropósitos, desigualdades y guerras que se han hecho en su nombre.
"Teme a los profetas...y a quien están dispuestos a morir por "la verdad" porque, por regla general, hacen que muchas otras personas mueran con ellos, la mayoría de las veces antes que ellos y en ocasiones en lugar de ellos."
ResponderEliminarSi Dios creó al hombre, sobreestimó sus capacidades (Wilde). M.
Muy cierto. Me gusta esa frase.
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