- ¿Has estado alguna vez en Paris? - dijo Roland

Estaba hoy en el metro y eché un vistazo al libro que estaba leyendo una señora a mi lado. Lo primero que leí fue esa frase. No sé qué libro era, ni de qué iba, pero parecía antiguo, con las páginas amarillentas y desgastadas. Me acordé de las primeras veces que monté en el metro de forma habitual, allá por principios del 2000. Antes ya conocía el metro, pero sólo cuando visitaba Madrid algún fin de semana o en vacaciones. Sin embargo, cuando empecé a coger el metro para ir al trabajo, los primeros días me sorprendió mucho el que prácticamente la mitad del vagón iba leyendo un libro.

Antes de eso, estuve un año trabajando en EE.UU., de los cuales, 9 meses fueron en Nueva York. El metro de NY no se parece en nada al de Madrid. Aparte de que tiene un funcionamiento distinto, ya que circulan varias líneas por la misma vía y hay expresos, los trenes son mucho más grandes, mas destartalados y dan más acelerones y frenazos. Pero la diferencia que me llamó más la atención fueron los libros. En NY nadie leía. Nadie. Como mucho, alguien iba con el periódico en la mano, leyendo los resultados de los partidos de baloncesto o béisbol.

Si los americanos conocieran España no se habrían extrañado tanto cuando, al preguntarme si me quería quedar allí a vivir, yo les contestaba que ni de coña...

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