Violencia de género

Leo en El Mundo una noticia sobre un hombre que mató y quemó a su mujer y luego se quemó él a su vez. Cada vez salen más noticias de hombres que maltratan y matan a sus compañeras sentimentales, quizás porque ahora es más fácil que se conozcan los hechos. Antiguamente no te enterabas públicamente, a pesar de que casi todo el mundo sabía quien pegaba a quién. Al favorecer que las víctimas denuncien a sus agresores, todo sale a la luz mucho mas virulentamente que antes. Ahora, cuando una mujer denuncia a su marido, le pueden condenar con una orden de alejamiento, lo que no hace más que empeorar muchas veces el problema, ya que el marido se vuelve aún más agresivo al no tener cerca lo que él cree que es su posesión.

Supongo que es una cuestión de cultura, costumbres, o como quiera que se quiera llamar. Los hombres han tenido la sartén por el mango durante siglos, milenios. Y ahora, de la noche a la mañana, en los últimos 50 años se intenta cambiar todo eso. Es evidente que esa inercia milenaria no se puede frenar en tan poco tiempo. Hay hombres que sienten que les arrebatan el poder que han ejercido durante tanto tiempo, y actuan de la única forma de la que, lamentablemente, son capaces: con la violencia. Probablemente necesitemos varias generaciones hasta que desaparezca la violencia entre parejas, hasta que los hombres nazcan y crezcan con la igualdad entre sexos. En ese momento, y no antes, dejarán de pegar los hombres a sus mujeres.

Aun así, hay algo que no consigo entender, y es qué es lo que le pasa a un hombre por la cabeza para pegar de esa forma a la persona a la que quiere. Al estar con una persona que se supone que quiere, lo último que se le debe ocurrir a alguien es hacerle el más mínimo daño. Se puede pensar que siente celos, desesperación por perderla... Pero si un hombre quiere a una mujer, y ve que esa mujer es más feliz con otra persona o simplemente lejos de él, por el amor que siente por ella, debería dejarla vivir su vida lo más feliz que pueda. Pero el orgullo masculino es demasiado fuerte e insensato, y dudo mucho que alguna vez dé su brazo a torcer.

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