Puente de los santos en el Bierzo...
... o cómo morir por empacho de castañas.
Este puente de todos los santos, o halloween para los menos españoles, lo he pasado con unos amigos en una casa rural en la zona del Bierzo, Leon. La verdad es que me lo he pasado como hacía tiempo que no me lo pasaba, entre paseos, risas y castañas.
La casa rural estaba muy bien, con 3 habitaciones para 8 personas, su chimenea para embobarse viendo arder la leña, su horno donde asar castañas, choricitos y hasta pan si se tercia, su barbacoa para echar unos asados en verano... Y los dueños super simpáticos. El sábado vino el dueño y nos hizo un magosto, que es una celebración típica de aquellas tierras donde se suelen asar castañas, y tomar vino joven. La verdad es que me gustó bastante la casita.
Y como se ha podido notar, había castañas... Por todas partes. Decenas, centenares de castaños arrojando riquísimas castañas al suelo, ofreciéndoselas a quien pasara por debajo. Tan sólo tenias que agacharte y coger una, pelarla, comértela y volver a coger otra. Y repetir y repetir hasta que aborrezcieras las castañas. Los demás se trajeron unos cuantos kilos de castañas para casa, pero yo con las que me comí por allí, ya tengo bastante por unos meses.
El turismo se limitó a una visita fugaz a Ponferrada, un paseo por Los Ancares, y una visita a Las Médulas, ya que por la noche nos dedicábamos a echar unas copas, charlar hasta tarde y reirnos hasta de las cosas más peregrinas, mitos de halloween incluidos, con lo que no nos levantábamos demasiado temprano por la mañana.
Tan sólo hubo un par de cosas que empañaron el viaje: las colas de coches en la salida y vuelta, y que no hacía mas que acordarme de M. cuando miraba el fuego de la chimenea...
Este puente de todos los santos, o halloween para los menos españoles, lo he pasado con unos amigos en una casa rural en la zona del Bierzo, Leon. La verdad es que me lo he pasado como hacía tiempo que no me lo pasaba, entre paseos, risas y castañas.
La casa rural estaba muy bien, con 3 habitaciones para 8 personas, su chimenea para embobarse viendo arder la leña, su horno donde asar castañas, choricitos y hasta pan si se tercia, su barbacoa para echar unos asados en verano... Y los dueños super simpáticos. El sábado vino el dueño y nos hizo un magosto, que es una celebración típica de aquellas tierras donde se suelen asar castañas, y tomar vino joven. La verdad es que me gustó bastante la casita.
Y como se ha podido notar, había castañas... Por todas partes. Decenas, centenares de castaños arrojando riquísimas castañas al suelo, ofreciéndoselas a quien pasara por debajo. Tan sólo tenias que agacharte y coger una, pelarla, comértela y volver a coger otra. Y repetir y repetir hasta que aborrezcieras las castañas. Los demás se trajeron unos cuantos kilos de castañas para casa, pero yo con las que me comí por allí, ya tengo bastante por unos meses.
El turismo se limitó a una visita fugaz a Ponferrada, un paseo por Los Ancares, y una visita a Las Médulas, ya que por la noche nos dedicábamos a echar unas copas, charlar hasta tarde y reirnos hasta de las cosas más peregrinas, mitos de halloween incluidos, con lo que no nos levantábamos demasiado temprano por la mañana.
Tan sólo hubo un par de cosas que empañaron el viaje: las colas de coches en la salida y vuelta, y que no hacía mas que acordarme de M. cuando miraba el fuego de la chimenea...
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